martes, 4 de marzo de 2014

Montaña de placer


Se recoge el pelo
la paisana de Pablo Neruda
y provoca en mí sollozos de deseo,
montañas de ganas
y planetas donde se arrodilla
mi frustrado gozo.
Más que amor
es inversión
pero que rima con dolor
y sufrimiento
como en la tierra de Octavio Paz.

Peor: la distancia
entre su pupitre
y el mío parece intercontinental.

Unas capas de acero
cubren esta cebolla llegada de su Venus.
Quitarlas haría de mí
este caballero aunque sin caballo.

Pensar que es más virtual
que real
es una piedra de plomo
en las alas de mi esperanza volando
sin despegar ni de mi Marte.

Cuerpo de sacerdotes culpables
y mente de infieles inocentes.

Con las espadas de mi peregrina
voluntad
habré de levantar esta
montaña de carne,
cuna de placer.

Actitud contemplativa muerta,
nacimiento de competencia y actuación.

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